domingo, 13 de mayo de 2012

sábado, 5 de mayo de 2012

Por algún lado debe venirme
ese amor por los infinitos matices
que van del blanco al negro
y esa propensión a perder
-casi siempre-
en los juegos de damas.
Por algún lado debe venirme
la fascinación por las líneas puras,
quizá en la búsqueda
de un equilibrio que nunca
quise o tuve.
De algún lado, por último,
seguramente me viene
esa pasión por los espacios
enormes
tan cargados de cosas,
y no obstante
vacíos.

viernes, 4 de mayo de 2012


La belleza en la fotografía

Walter Benjamín decía en su “Pequeña historia de la fotografía”, publicada en Die Literarische Welt en 1931:
…”Y, sin embargo, lo que decide siempre sobre la fotografía es la relación del fotógrafo para con su técnica. Camille Recht la ha caracterizado en una bonita imagen: "El violinista debe por de pronto producir el sonido, tiene que buscarlo, encontrarlo con la rapidez del rayo; el pianista pulsa una tecla: el sonido resulta. El instrumento está a disposición tanto del pintor como del fotógrafo. El dibujo y la coloración del pintor corresponden a la producción del sonido del violinista; como el pianista, el fotógrafo tiene delante una maquinaria sometida a leyes limitadoras que ni con mucho se imponen con la misma coacción al violinista. Ningún Paderewski cosechará jamás la fama, ejercerá nunca el hechizo casi fabuloso, que cosechó y ejerció un Paganini". Pero hay, para seguir en la misma imagen, un Busoni de la fotografía que es Atget. Ambos eran virtuosos a la par que precursores…”
Ahora bien, yo creo que, así como el violinista se enfrenta a una partitura y la interpreta con más o menos talento y sensibilidad, el fotógrafo también enfrenta un referente, un “real” y, aunque con otros medios, también lo “interpreta” de acuerdo a su saber y parecer.
Habría que ver, para ir encontrándole la vuelta a la necesidad de definir la foto “buena” que parece haber, si no hay un par de elementos más a considerar, a saber: 1) el intérprete es bueno, o malo y 2) la “partitura” que intenta interpretar es bella, o es horrible…
En este sentido, a la hora de evaluar los criterios que hacen “bella “a una fotografía, las respuestas operan en dos planos, a saber, las características propias del objeto por un lado y la circulación, producción y recepción por el otro. Según Paola Cortés Rocca, (Fotografía, de la colección Cuadernos de Lectura) entre las primeras se pueden ubicar la noción de imagen no trivial como criterio distintivo de la imagen artística, donde lo estético de la imagen reside en su capacidad de quebrar la visión codificada socialmente, sin perder de vista que estas categorías estéticas son históricas, así como los parámetros que juzgan bella a una imagen. A través de las coincidencias y disputas entre las distintas posturas que conforman la historia de la fotografía, es posible ver una progresiva democratización del concepto de belleza, donde lo bello se encuentra no sólo en los valores clásicos como perfección, armonía, etc.  sino también en los objetos más cotidianos, donde se patentiza la confusión entre belleza y verdad subyacente en las fotografías.
Así ingresamos en el segundo plano propuesto, donde el discurso artístico es aquel capaz de absorber cualquier imagen; aquel que puede modificar la recepción primera de ciertas imágenes para ofrecer lo estético que hay en ellas.